Sí, nos enteramos que partió en Chile. Y como todo y toda fans, no lo podemos dejar pasar. Pongámosle play.

“Génesis” fue la primera. Como aludiendo a los comienzos del rock argentino, la gira de “Comfort y música para volar” -del unplugged grabado en Miami en marzo y lanzado en septiembre de 1996- arranca el 25 de octubre del mismo año en el Teatro Monumental (hoy, el conocido y de buena acústica Teatro Caupolicán).

El teatro se llena de una ópera rock progresiva con el sonido de cuerdas y sintetizadores, los inconfundibles riffs y solos de Gustavo Cerati, los profundos bajos de Zeta Bosio y las furiosas cajas de Charly Alberti.

Volví solo y cargado por la caída de otro ángel eléctrico.

La segunda escogida es “Ángel eléctrico”, que ahoga al público con la distorsión de la guitarra que llora el desamor, para dar paso a la reconciliación y el perdón pagado por quebrar la calma. Sigue, “Disco eterno” y “Ella usó mi cabeza como un revolver”, fieles a las versiones en la MTV, donde vuelven los sonidos de la viola y el violín.

Continúa con “Coral”, una canción que a pesar de que quedó fuera de “Sueño Stereo”, sí estuvo en la versión de 1996 de “Comfort y Música para Volar” como un anexo de estudio. En el concierto que revisamos, es tocada por primera vez en vivo, sonando tan poderosa como decidida.

Se escuchan los acústicos acordes de Ride (Chrome Waves), que entonces pertenecen en absoluto a la mejorada versión de “Un misil en mi placard”, para abrir paso a la vitaminizada y siempre sensual “Entre caníbales”, con sus característicos solos de cuerdas y sintetizadores, como esperando ese instante.

Pruébame y verás que todos somos adictos.

El público vitorea el impecable sonido de Soda y así comienza una desenchufada versión de “Pasos”. Unos minutos después la sinfonía de besos y porno de “Zoom”, inequívocamente, nos lleva a los pastos del Galileo Galilei, Planetario de Buenos Aires. Es un punto alto en la noche.

Sin parar de sonar -tal como en el unplugged- aparece “Cuando pase el temblor”, junto a sonidos andinos combinados con los riffs de The Bed’s Too Big Without You (The Police). Asomándose aparece la primera intrusa de la noche, nos referimos a “Persiana Americana”, casi con la misma sonoridad que tendría el año siguiente, en el que sería el último concierto.

Se apaga la fiesta un segundo. Gustavo Cerati invita a hacer un silencio sepulcral para dar la bienvenida a ese trago amargo y lleno de emociones que es “Té para tres”; sin dudas, le hace justicia al desolador momento en el que fue escrita, y finaliza con el riff que comparte con “Cementerio Club”.

La ternura de su duda

Mi habitual rincón

En cada mínimo detalle

Creo oír tu voz.

Planeador

Otra canción descartada de “Sueño Stereo”, con sonidos tan volátiles y profundos como su letra, es “Planeador”, que ahora invade el teatro con ecos espaciales. Nos aterriza y nos regresa a la realidad con “Superstar”.

¿Lo estaba anunciando, no? Soda Stereo nos lleva de un salto al espacio para dar una “Vuelta por el universo”, canción originalmente de Cerati y Melero y que aquí suena con un rock similar al último disco de estudio de la banda. Un regalo inesperado, sin duda, que el público agradece haciendo silencio y dejándose llevar por el cúmulo de acordes y profundidades sonoras del bajo y los golpes de batería.

Vuelven luego con la distorsionada y ondeante “Claroscuro”, de Dynamo, en compañía de epilépticas luces estroboscópicas. Y nos vamos de “Paseo por Roma”, con el power de una marcada batería de Charly que eleva el pulso de la noche.

Se acerca el cierre. Casi como afinando su guitarra, Gustavo juega con la melodía de la vieja conocida y emblema de Soda: “Música Ligera” que, con solo cuatro acordes, sigue emocionando y encendiendo a los fans. A pesar de haber tocado veinte canciones, el público queda con gusto a poco y grita que no se irá sin escuchar una más. La banda baja del escenario.

Olé Olé Olé, Soda, Soda ♫♪

Un hombre alado extraña la tierra.

Ciudad de la furia.

El teatro se abre y se convierte en el epicentro de todo. Suena “En la ciudad de la furia”. El sonido del sintetizador, el resonante bajo que retumba en el pecho de todos invade cada rincón, junto a los espaciales y oscuros arpegios que ofrecen intimidad y nos dejan susceptibles al solo de guitarra final.

El concierto termina con el último viaje a “Un millón de años luz”, sonando impecablemente.

Es impresionante pensar que, a esas alturas de la vida de Soda Stereo, los integrantes ya sabían que la banda no daba más. Recordemos que anunciaron su separación algunos meses después de terminada la gira de “Comfort y música para volar”. Sin embargo, ahí nuevamente lo dieron todo y la gente lo sentía. Un año más tarde llegaría el «Gracias Totales».

Hace unas semanas el canal de YouTube Ruido Blanco, que se dedica a archivar conciertos completos de Soda Stereo, publicó el segundo concierto (del 26 de noviembre de 1996) de la gira “Comfort y música para volar” en Chile. Si bien el sonido no es de muy buena calidad, hay hartas brillanteces que se oyen, sutilezas de todo, bajo, guitarra y batería.

Si eres de quienes nunca le ha tincado mucho la banda, te recomiendo que le des una oportunidad a este concierto. Después de todo, nunca más veremos en vivo a Soda Stereo.