Sobre mí

Soy Fla, periodista, mamá, feminista y Ceratilover. Me gusta escribir historias. Cada cierto tiempo escribo sobre situaciones cotidianas, sueños o hechos que han marcado mi vida, en mis perfiles de redes sociales. Y muchas personas (claro, amigas y familia) terminan diciendo: «Fla, escribe un libro». Como soy acuario y, ok, llévada a mis ideas, hice un blog.

¡A quién quiero engañar! también quiero publicar un libro. Espero hacerlo pronto.

Me declaro buena pa’l baile, aunque soy pésima con las coreografías. La música me flipa por todos lados. El otro día hablaba con un amigo sobre qué es la música y más allá de la teoría, creo que la música es eso que te pasa mientras vives, sí, mientras vives cada segundo, cada instante, cada momento de tu vida está acompañado de música. Siempre hay música, en un carrete, en una cena; en una relación la gente se dedica canciones y hasta hay playlists para hacer el amor, el aseo, viajar en auto, en avión y un sinfín de actividades; en las juntas con las amigas, en algún café o restaurante, siempre está sonando una canción de fondo. Hay bares temáticos de música y algunos con bandas en vivo tocando algunos días de la semana. Si tocan nuestrxs amigos, obvio vamos. Y si es nuestro artista favorito, pagamos la plata que no tenemos para verle y escucharle, ¿si o no?

Si vas en el metro, tus audífonos te regalan música; y si estás en la oficina, seguro hay una radio bajita con canciones sonando. Si vas al médico, aunque sea una melodía comercial, ahí está e incluso intentan vendernos productos con música. Si estás en un funeral siempre hay alguien tocando la guitarra y cantando. Y cuando perdemos a alguien, para recordarle, también apelamos a alguna canción.

De niña recuerdo la música que sonaba: mientras una tía escuchaba a Ana Gabriel, mi tío más joven nos contagiaba con el clásico «What Is Love» de Haddaway o «Self Control» de Laura Branigan, mi abuelita con las rancheras, mis primos con Oasis; y algo de Queen también se revela entre mis recuerdos cada vez que mis papás dicen que a los tres años intentaba cantar «I want to break free». Podrán imaginar cómo sonaba eso. Ni hablar de los carretes familiares, donde la cumbia jamás faltó, porque si no, no era fiesta.

Nunca me regalaron casetes, pero a mis primas sí, así que pasábamos tardes completas siendo Laura Pausini o Xuxa; bueno, si elegías tu canción favorita, podías ser Xuxa, mientras las demás éramos las paquitas, y obvio con coreografía. Ya en el liceo recuerdo que copié tres casetes que luego darían mil vueltas en mi radio: Ok Computer de Radiohead, Ser Humano de Tiro de Gracia y otro de Arjona cuyo nombre no recuerdo. Por un pololo conocí a The Smashing Pumpkins y gracias a una compañera de curso le puse oído a Soda Stereo. Mis primos aprendieron a tocar y hacían covers de Sol y lluvia, Illapu y Víctor Jara con un grupo que fue famoso en nuestro pueblo; luego se pusieron internacionales y formaron parte de una Tuna.

Mi mamá ahora anda fanática de Diego El Cigala y Tom Jones; y mi papá siempre fiel a toda la Nueva Ola. Sebi -de 5 años recién- abrió un mundo nuevo en mí, al hacerse fan de los sountracks de las películas o juegos que le gustan, como Angry Birds y Jurassic Park. Yo con los años me hice fan de Cerati y aunque publico mil cosas de él, soy mucho más que Cerati. Sépanlo.

No es casualidad que cada vez que suena una canción que nos llega al alma terminemos diciendo «esa canción es como la banda sonora de mi vida». A mí me pasa siempre con «Stand by me», no sé bien porqué.

Personalmente, creo que la música es un rito inherente a nuestras vidas. ¿Qué hay detrás de cada canción y de cada melodía? En todo eso estoy pensando.

Más vinculada al trabajo detrás de las bandas, puedo contar también que he realizado gestión de prensa, booking y contenido de redes sociales para algunas bandas. Entre ellas, Perros del Camino.

Ah, también me gusta sacar fotos e instagramear (me).

Espero que disfrutes este espacio dedicado a la música.

Si tienes sugerencias, puedes hacerlas directo al mail que dejé en ESCRÍBEME